LA MONOTONIA SEXUAL

Desde una perspectiva psicológica podemos decir que a menudo el aburrimiento y la monotonía se producen como resultado de ciertas actitudes ante la vida. Nos referimos, por ejemplo, a actitudes pasivas y poco creativas, en las que la persona espera pasivamente a que surja algo que le pueda entretener, como cuando enciende el televisor, se acomoda en el sofá y no tiene nada más que hacer para pasar el rato. Es una postura muy cómoda y es el ejemplo de una actitud pasiva y dependiente.

La necesidad de buscar y obtener satisfacción sexual ha existido desde el principio de los tiempos. Y es éste un impulso fundamental en prácticamente todos los seres vivos. Sin embargo, es muy fácil que dicha búsqueda quede automatizada a otra tendencia: la de acomodarse a una vida fácil, pero carente de pasión. Hay parejas cuya vida sexual se ha tornado tan monótona que no son capaces ni siquiera de variar la postura en la que tienen relaciones sexuales, como muy probablemente también sus actitudes, pueden resultar cómodas, pero poco excitantes.

Quizás sea un problema de imaginación. Aunque eso mismo denota la pasividad antes mencionada y que es tan dañina, especialmente en el terreno sexual. Es una pena, porque la imaginación es una herramienta accesible para todas las personas y es indispensable para mantener la chispa, tanto de la pasión sexual, como de la emoción por vivir.
Otra serie de herramientas muy útiles la forma el conocimiento y adecuado uso de las zonas erógenas. Las fuentes de placer erógeno son muchas. Si tomamos en cuenta que al ser estimulada una zona erógena produce placer, en el sexo el disfrute puede ser mayor si se incluyen más zonas erógenas. Existe una gran tendencia a centrarse en los genitales y a olvidarse de otras zonas que también son muy placenteras. El abecé del sexo comienza con el conocimiento de las zonas erógenas propias, para de ahí pasar a conocer las de su pareja.

Determinadas posturas permiten que los miembros de la pareja puedan estimular indirectamente otras zonas erógenas y aumentar el placer. La postura también puede determinar la profundidad del coito, lo cual a su vez condiciona la intensidad del disfrute. Más concretamente, toda persona cuenta con puntos en los genitales que, dependiendo la postura en la que se efectúa la penetración, facilitan que la persona estimule aquellas partes que más placer le producen. El explorar distintas posturas sexuales ofrece variedad en el menú sexual y ayuda a mantener viva la chispa de la pasión.